sábado, 9 de noviembre de 2013

El Control de las Rabietas

¿Cómo debemos actuar ante una rabieta?



Cuando aparece una rabieta todo parece que se sale de su sitio; sentimos que perdemos el control de la situación. Nuestro hijo/a no parece ser el mismo con el que compartimos risas y juegos, a veces incluso se convierte en un desconocido.
Es justo en este momento cuando podemos sentir que nuestra paciencia se agota y nos quedamos sin recursos para hacer que ésta situación cambie.
Por lo general, la etapa en la que suelen aparecer éstas rabietas está entre los 10 meses y los 6 años de edad, edades en las que los pequeños exploran continuamente con sus emociones y lo que hay a su alrededor.
Éste comportamiento surge por la necesidad de expresar las emociones de insatisfacción, y precisamente las rabietas provocan que el niño sea el foco de atención en ese momento, y mediante éste comportamiento, el niño/a consigue que todo lo que hay, gire a su alrededor.
Las rabietas es un comportamiento que no es posible erradicar de un día para otro. El niño/a necesita vivir un proceso en el que se irá dando cuenta de que el control de la situación lo tienen los adultos y tiene que ceder par conseguir lo que quiere. 
Siguiendo algunos consejos, lograremos que las rabietas vayan desapareciendo poco a poco.

Consejos para controlar las rabietas:
  • Conserva la calma: Parece imposible, pero es importante que los padres mantengan el control de la situación en todo momento, De lo contrario, actuaríamos al mismo nivel que nuestro hijo, dejándonos llevar por impulsos. Los padres deben tener total control de las emociones.
  • Manten la autoridad: De lo contrario, nuestro hijo se dará cuenta que con este tipo de comportamientos podrá obtener todo lo que desea. Es importante dejar claro que con las rabietas no consigue más que nuestra desaprobación. 
  • Mantener el respeto: Ni los padres deben sobrepasarse con los niños, ni los niños deben ser groseros con los padres. Los papás deben hacerle entender al pequeño que sólo lo escucharán si se calma, no sólo porque debe ser respetuoso, sino porque al hablar gritando y llorando, nadie le entenderá. Debe quedarle claro desde un principio que esa no es la forma.
  • Hablarle con firmeza: Además de la firmeza en nuestras palabras, también nos puede ayudar coger al pequeño de los hombros y buscar su mirada para que se tranquilice. Una vez que responde a la mirada, va oyendo nuestras palabras y el llanto desaparece.
  • Esperar que se tranquilice solo: Si después de intentar conciliar no se obtiene algún resultado, lo que deben hacer los padres es dejar que el niño/a se desahogue, que libere la tensión que se ha acumulado a largo de la rabieta, Eso sí, debemos manifestarle que esa es una actitud destructiva que no nos gusta en absoluto. Los padres deben decirle que mientras él tenga esa actitud, ellos se mantendrán alejados hasta que se calme y haga las cosas con tranquilidad. Nos alejaremos físicamente un poco de nuestro hijo/a simulando indiferencia, pero siempre sin perderlo de vista. Poco a poco, irá dándose cuenta de que esa no es la forma y éstas situaciones de "lucha de poder".

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